viernes, 2 de noviembre de 2018

ADICIONAL PARA 2ºD

sábado, 13 de octubre de 2018

RECURSOS PARA TRABAJAR EN LA SEMANA

Chicos observen los materiales que se usan, para que sepan cuales deben llevar la próxima clase, trabajaremos scrapbook.







viernes, 28 de septiembre de 2018

INFOGRAFIAS

BUEN INICIO 2018 - 2019

GRACIAS!!!!!






lunes, 17 de septiembre de 2018

CUADRO CULTURAS

viernes, 31 de agosto de 2018

ES DIFÍCIL VER NUESTROS ERRORES


Era miércoles, 8:00 a. m., llegué puntual a la escuela de mi hijo.  

─No olviden venir a la reunión, es obligatoria ─fue lo que la maestra escribió en el cuaderno del niño.  

─¡Pues qué cree la maestra! ¿cree que podemos disponer del tiempo a la hora que ella diga? si supiera qué importante era la reunión que tenía a las 8:30 a. m., de aquí dependía un buen negocio y... ¡tuve que cancelarla!...

Ahí estábamos todos, papás y mamás, la maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar.

No recuerdo qué dijo, mi mente estaba pensando cómo resolver lo de ese negocio, probablemente podríamos comprar una nueva televisión con el dinero que recibiría.  

¡Juan Rodríguez!... escuché a lo lejos. ¿no está el papá de Juan Rodríguez? ─dijo la maestra.  

- Sí, sí, ¡¡aquí estoy!! contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo. 

Regresé a mi silla y me dispuse a verla.  

- ¿Para esto vine? ¿Qué es esto?...  

La boleta estaba llena de rojos 08 y 07, guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones de mi hijo.

De regreso a la casa aumentó más mi cólera a la vez que pensaba... , ¡si le doy todo! ¡nada le falta ¡ahora sí le va a ir muy mal!...  

Me estacioné y salí del carro, entré a la casa, tiré la puerta y grité:   

- ¡¡¡Ven acá Juan!!!  

Juan estaba en su recámara y corrió a abrazarme.

- ¡Papi!...  

- ¡Qué papi, ni que nada! ─lo retiré de mí, me quité el cinturón y no sé cuantos latigazos le di, al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él.  

¡¡¡¡Y te me vas a tu cuarto!!! ─terminé. 

Juan se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.  

Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente y se fue...  

Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa me entregó otra vez la libreta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco y me dijo: léela despacio y después toma tu decisión...  

Ésta decía así:  

Boleta de calificaciones para el papá  
ItTiempo que le dedica a su hijo
Calificación
de 0 a 20 
1En conversar con él a la hora de dormir08
2En jugar con él07
3En ayudarlo a hacer la tarea08
4En salir de paseo en familia07
5En contarle un cuento antes de dormir08
6En abrazarlo y besarlo07
7En ver la televisión con él08

Él me había puesto ochos y sietes, ¡¡¡a mí!!! Yo me hubiese calificado con menos de cinco...  

Me levanté y corrí a la habitación de mi hijo, al verlo quise llamarlo y se me hizo un nudo en la garganta y dos gruesas lágrimas rodaron por mi mejilla en ese instante lo abracé y lloré... quería regresar el tiempo, pero era imposible...  

Juanito abrió sus ojos, aún estaban hinchados por sus lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: ¡te quiero papi! cerró sus ojos y se durmió.  

¡Que duro es ver nuestros errores como padres desde esta perspectiva!...

Démosle el valor a lo que realmente es de valor para nosotros: ¡¡¡nuestra familia!!!  

Hay muchas personas que desean un hijo y no lo tienen, Dios te dio una familia apréciala, amala, compréndela.  
Fuente:https://www.deperu.com/historias-reflexion/que-duro-es-ver-nuestros-errores-como-padres-desde-otra-perspectiva-1244

HUESOS DE LAGARTIJA

martes, 1 de mayo de 2018

FOMENTO DE LA LECTURA

sábado, 14 de abril de 2018

EL REY RANA

En aquellos tiempos lejanos en los que bastaba desear una cosa para conseguirla, vivía un rey que tenía unas hijas muy guapas, especialmente la pequeña, tan hermosa que hasta el Sol se maravillaba cada vez que sus rayos se posaban en el rostro de la muchacha.
Junto al palacio real se extendía un bosque grande y oscuro, y en él, bajo un viejo tilo, brotaba un manantial.
En las horas de más calor, la princesita solía ir al bosque a sentarse a la orilla de la fuente. Cuando se aburría jugaba con una pelota de oro, que tiraba al aire para recogerla después; era su juguete favorito. Una vez, en lugar de caer en su mano, la pelota fue a dar al agua. La princesa la siguió con la mirada, pero la pelota desapareció, pues el manantial era tan profundo que no se alcanzaba a ver su fondo. La niña se echó a llorar, y lo hacía cada vez más fuerte, sin consuelo, cuando en medio de sus lamentaciones oyó una voz que decía:
-¿Qué te ocurre, princesita? ¡Lloras tanto que vas a ablandar las piedras!
La niña miró a su alrededor, buscando de dónde venía la voz, y descubrió por fin una rana que asomaba su gruesa y fea cabezota sobre la superficie del agua.
-¡Ah! ¿Eres tú, vieja saltarina? -dijo-.  Pues lloro por mi pelota de oro, que se me ha caído en la fuente.
-Cálmate y llores más -replicó la rana-. Yo puedo arreglarlo. ¿Pero qué me darás si te devuelvo la pelota?
-Lo que quieras, mi buena rana -respondió la niña-. Mis vestidos, mis pelas y piedras preciosas; hasta la diadema de oro que llevo.
-No me interesan tus vestidos, ni tus piedras preciosa, ni tu corona de oro; pero si estás dispuesta a aceptarme como amiga y compañera de juegos, si dejas que me siente a tu lado en la mesa y que coma de tu platito y beba de tu vasito, si me prometes todo esto, bajaré al fondo y te traeré tu juguete.
-¡Oh, sí! -exclamó la niña-. Te prometo cuanto quieras con tal que me devuelvas la pelota.
Pero, para sus adentros, la princesita pensaba: "¡Qué tonterías se le ocurren a este animalejo! Tiene que estar en el agua con sus semejantes, croa que te croa. ¿Cómo va a convivir con las personas?"
Obtenida la promesa, la rana se zambulló en el agua, y al poco rato volvió a salir con la pelota en la boca. La soltó en la hierba, y la princesita, loca de alegría al ver de nuevo su juguete, lo recogió y echó a correr con él.
-¡Espera, espera! -exclamó la rana-.
¡Llévame contigo, no puedo alcanzarte, no puedo correr tanto como tú!
Pero de nada sirvió desganitarse, y gritar "croac, croac" con todas sus fuerzas. La niña, sin atender a sus súplicas, seguía corriendo hacia el palacio, y no tardó en olvidarse de la pobre rana, que no tuvo más remedio que zambullirse en su charca.
Al día siguiente, la princesita estaba a la mesa, junto con el rey y todos los cortesanos, comiendo en su platito de oro, cuando oyó que algo subía fatigosamente las escaleras de mármol del palacio y, una vez arriba, llamaba a la puerta.
-¡Princesita, la menor de las hermanas, ábreme!
La niña corrió a la puerta para ver quién llamaba y al abrir se encontró con la rana. Cerró de un portazo y volvió a la mesa, llena de zozobra. Al observar el rey cómo le latía el corazón, le dijo:
-Hija mía, ¿de qué tienes miedo? ¿Acaso hay a la puerta algún gigante que quiere llevarte?
-No -respondió ella-. No es un gigante, sino una rana asquerosa.
-Y ¿qué quiere de ti esa rana?
-¡Ay padre querido! Ayer estaba jugando en el bosque, junto a la fuente, y se me cayó la pelota al agua. Mientras yo lloraba la rana me la trajo. Yo le prometí, pues me lo exigió, que sería mi compañera, pero jamás pensé que pudiese  alejarse de su charca. Ahora está ahí fuera y quiere entrar.
Entretanto, llamaron por segunda vez y se oyó una voz que decía:
-"¡Princesita, la más niña, abréme! ¿No recuerdas lo que ayer me dijiste junto a la fresca fuente?
Dijo entonces el rey:
-Lo que prometiste, debes cumplirlo. Ve y ábrele la puerta.
La niñá fue a abrir la puerta, y la rana saltó adentro y la siguió hasta su silla. Al sentarse la princesa, la rana se plantó ante sus pies y le gritó:
-¡Súbeme a tu silla!
La princesa vacilaba, pero el rey la ordenó que lo hiciese. De la silla, el animalito quiso pasar a la mesa, y, ya acomodado en ella dijo:
-Ahora, acércame tu platito de oro para que podamos comer del mismo lugar.
La niñá hizo como la rana le ordenó, pero a regañadientes. La rana engullía muy a gusto, mientras a la princesa se le atragantaban todos los bocados. Por fin, la rana exclamó:
-¡Estoy llena y cansada! Quisiera dormir un rato en tu camita de seda.
La princesita se echó a llorar; le repugnaba aquel bicho frío y viscoso al que ni siquiera se atrevía a tocar, y ahora se empeñaba en dormir en su cama.
Pero el rey, enfadado, le dijo:
-No debes despreciar a quien te ayudó cuando estabas necesitada.
La tomó con los dedos, la llevó arriba y la dejó en un rincón. Pero cuando la princesa ya se había acostado, se acercó la rana a saltitos y exclamó:
-Estoy cansada y quiero dormir tan bien como tú, conque súbeme a tu cama o se lo diré a tu padre.
A la princesa se le acabó la paciencia. Cogió a la rana del suelo y, con toda su fuerza, la arrojó contra la pared.
-¡Ahora descansarás, rana asquerosa!
Pero en cuanto la rana cayó al suelo, se convirtió en un príncipe, un apuesto mozo de bellos ojos y dulce mirada. El rey lo aceptó como compañero y esposo de su hija. Contó entonces a la princesa que una bruja malvada lo había encantado, y que nadie sino ella podía sacarlo de la charca y desencantarlo. Le dijo también que al día siguiente se marcharían a su reino.
Por la mañana llegó una carroza tirada por ocho caballos blancos, adornados con penachos de plumas de avestruz y cadenas de oro. En él se fueron los dos al reino del príncipe, donde vivieron muchos años felices.
 Fuente: https://muchoscuentos.jimdo.com/cuentos-cl%C3%A1sicos/el-rey-rana/

sábado, 10 de febrero de 2018

MUESTRA GASTRONÓMICA









LAPBOOK  ÉPOCA COLONIAL